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Netflix: dos series vistas desde el estereotipo narrativo de Woman in Refrigerators (WIR)

En el proceso de investigación para mi próximo proyecto coreográfico encontré un concepto muy interesante, relacionado a la idea de la obra y que ha hecho que desde entonces analice también desde esta perspectiva las historias que llegan a mí por cualquiera de los medios narrativos a los que tengo acceso.

“Gail Simone en 1999, creó un blog llamado Mujeres en refrigeradores o Women in refrigerators (WIR), aunque la elaboración del sitio web con dicho nombre, fue para criticar y hacer visible las inconformidades de un grupo de fans feministas de cómics, este es un estereotipo que lo podemos encontrar tanto en la literatura, la dramaturgia, la televisión, videos juegos y en la cinematografía. Aborda el evento en los medios narrativos, en que un personaje femenino es asesinada, violentada, eliminada, abusada, desempoderada, desmembrada y colocada dentro de un refrigerador. Bajo el artilugio narrativo que denote, justifique, sostenga o acelere la trama de un personaje masculino.

Simone generó el término tras la lectura de Green Lantern #54 escrito por Ron Marz en 1994, en el cual el protagonista principal al regresar a su apartamento se encuentra a su novia asesinada y su cadáver ha sido colocado dentro del refrigerador. Tal evento fue utilizado para generar una trama de venganza en el protagonista, es decir el propósito de la existencia de Alex DeWitt fue ser asesinada para dar una premisa y arco narrativo a Kyle Rayner.

La cinematografía al ser el medio narrativo más potente dentro de las costumbres de consumo contemporáneo, sus estereotipos, arquetipos y formas de representación impactan y transforman la realidad social. La plataforma homogeneizante de producción cinematográfica ha convertido a las mujeres dentro de los refrigeradores en un objeto visual sistemático, promoviendo y perpetuando estereotipos de representación visual contra la mujer” [1], apunta Ponce Díaz, docente en estudios visuales.

Este artilugio narrativo puede encontrarse en series televisivas muy actuales como es el caso de Anne with an E, una excelente serie canadiense basada en el libro Anne of Green Gables, escrito por Lucy Maud Montgomery y publicado por primera vez en 1908.

En paralelo a la historia protagónica de la singular niña de cabellera rojiza se desarrollan varios sucesos, como el de Mary uno de los personajes femeninos que muere repentinamente por una enfermedad incurable. La situación, a pesar de ser totalmente verosímil para la época en la que aún se desconocía mucho del origen y tratamiento de muchas enfermedades, resulta sin embargo una solución dramatúrgica un poco forzada. El personaje muere poco tiempo después de conocer al amor de su vida, casarse, tener un bebé y ser feliz como nunca lo fue antes. ¡Qué injusta la vida! podríamos pensar. Puede ser.

Pero entendemos que ella no sólo ha sido destinada desarrollar el típico rol femenino de la sociedad patriarcal, sino que además ha sido “metida en el refrigerador” (como expresa el concepto). Desde que comenzó a ser eminente su muerte iniciaron las transformaciones. Las personas del pueblo que la rechazaban por ser negra se tornaron amables y cariñosas con ella, se fortalecieron los vínculos entre sus amigos blancos y negros haciendo una comunidad menos racista. La desdicha de Mary supuso el acercamiento entre dos comunidades hasta ese momento irreconciliablemente distanciadas.

Luego de su muerte los dos personajes masculinos más cercanos a ella, su esposo y su primer hijo evolucionaron como individuos. El marido necesitó ayuda en la crianza de la hija en común y recurrió a su madre, con quien las relaciones no eran precisamente las mejores. Por su parte el hijo mayor, un joven holgazán y malandrín, que tras leer la carta de despedida que escribió su madre antes de fallecer, recapacita y enrumba su vida. Su trama da un vuelco y vemos un brillo en sus ojos,  la esperanza de ser alguien mejor. Es decir la muerte del personaje femenino ha sido impulso para que los personajes masculinos avancen, crezcan y resuelvan dilemas emocionales de su niñez.

Me pregunto entonces, ¿fue su existencia solamente un pretexto para el desarrollo de otros?

Debo admitir que lloré mucho en los capítulos relacionados con este tema, ¿cómo no hacerlo? La puesta en escena fue muy convincente. Sin embargo, ahora, luego de conocer este tipo de recursos narrativos y dramatúrgicos a los que, lastimosamente, recurren ciertas producciones audiovisuales, entiendo que la de Mary no fue una muerte cualquiera sino la solución más fácil para tejer la trama de los otros personajes, en su mayoría masculinos e incluso de incluir en la serie temas como el racismo en la sociedad canadiense de la época.

En lo personal me gustaría ver y conocer más historias como la de la serie germano- estadounidense Unorthodox o Poco ortodoxa en su traducción al español, que se basa libremente en la autobiografía de Deborah Feldman “Unorthodox: The Scandalous Rejection of My Hasidic Roots”. En esta producción de Neflix se cuenta la historia de una joven proveniente de una comunidad judía ortodoxa que sale por decisión propia al mundo en un intento por cambiar su vida. Esty sale en busca de la libertad personal al sentirse ahogada por la sociedad radicalmente religiosa en la que nació pero a la que siente que no pertenece. No encaja en esas rígidas costumbres y la inunda la curiosidad. Se rebela huyendo y a pesar del miedo de desconocer lo que hay más allá y de la incertidumbre de si encontrará su lugar en el mundo, no se detiene y no mira atrás.

En este caso, diferente al otro el personaje masculino, su esposo, atravesará también una transformación a medida que la busca, con esperanzas de hacerla volver. Un joven respetuoso y temeroso de su familia, la religión y la sociedad, que no conoce a la mujer con quien se casó y por seguir las reglas establecidas no le dio importancia a ello. Al mismo tiempo que él trata de encontrarla, ella se está encontrando a sí misma, descubriendo su cuerpo, sus emociones y sus pasiones. Es un camino que los dos necesitaban transitar fuera de la comunidad en que han vivido y experimentar cosas nuevas a cada instante los hace comparar estos dos mundos. El personaje masculino comienza a entender que el matrimonio es mucho más grande y complejo que lo que le ha dicho su madre, va creciendo gracias al personaje femenino, pero no luego de una tragedia si no de un acto de autonomía de Esty que hace temblar al régimen de la comunidad y que ven en la joven una amenaza. Ella es otro ejemplo de independencia, como lo fuera unos años antes su madre, castigada por su preferencia sexual disidente.

Esty salió para no regresar dejando claro que la liberación de las mentes y los cuerpos es un viaje que no tiene marcha atrás, no hay palabras, ni acciones que puedan convencerla de regresar.

Series e historias así, vividas, dirigidas y contadas por mujeres son agradecidas, dan esperanza en el tratamiento narrativo de las historias producidas por los grandes medios de comunicación. Yo en lo personal siempre apostaré por relatos en los que nuestro valor por defender cómo pensamos, cómo somos y cómo queremos ser, sean el artilugio suficiente para mover todas las tramas/vidas.

[1]Romano Ponce Díaz (2014) Mujeres dentro de refrigeradores (WIR): arquetipos, estereotipos, clichés, tendencias, recursos y vicios narrativos en los medios audiovisuales en contra de las mujeres. www.academia.edu 

Diana Mary Cano Rodríguez (Cuba)

Actriz, bailarina y coreógrafa.  Graduada de la Universidad de las Artes de Cuba (ISA) en Danza Contemporánea. Profesora de Composición Coreográfica de la Escuela Nacional de Arte (Cuba).

Ha desarrollado su labor investigativa sobre la danzalidad y teatralidad como experiencia en procesos de creación. Su labor coreográfica ha tenido al cuerpo femenino y a sus propias vivencias como elementos de inspiración y búsqueda creativa.

Ha impartido talleres sobre danza contemporánea y bailes cubanos en Guadalupe y Brasil.

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Foto: Mateus Moreira

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